Málaga: Descubriendo la ciudad y sus fascinantes bodegas

Málaga, conocida como «la bella», se encuentra en el corazón de su hoya, entre las montañas, el río Guadalhorce y la franja costera que lleva hacia la Axarquía. Esta ciudad andaluza, con una ubicación geográfica privilegiada, ha atraído a viajeros, comerciantes, pobladores y guerreros a lo largo de los siglos, dejando su huella en una metrópolis ahora cosmopolita, universal, relajada y acogedora.

Las maravillas que Málaga ofrece son tantas que solo podemos enumerar algunas: hacia el este, la barriada de El Palo, con sus pintorescas casas de pescadores, sus playas escondidas y el encanto de su «pescaíto», desemboca en el Paseo Marítimo, donde se alzan icónicas playas como La Malagueta y La Farola, que ha llegado a ser un símbolo de la ciudad.

En el corazón de la ciudad, el Parque, un oasis botánico que alberga especies de todos los rincones del mundo, nos conduce a la Málaga antigua, donde destaca la majestuosa Catedral. Esta imponente estructura, diseñada por Diego de Siloé, amalgama varios estilos arquitectónicos y es conocida por su mezcla de gótico, renacimiento y barroco. Además, la torre norte, con 84 metros de altura, y la torre sur, inconclusa, le han valido el apodo cariñoso de «La Manquita».

Justo al lado, el Castillo de Gibralfaro, construido por los árabes en la primera mitad del siglo XIV, se erige como una vista panorámica de la ciudad y un testimonio de su historia como asentamiento humano. Desde sus alturas, el Teatro Romano, edificado en época de Augusto y descubierto en 1951, nos transporta a la antigüedad de la ciudad, cuando los romanos dejaron su marca indeleble.

Pero es en las bodegas donde Málaga alcanza su máxima expresión. Los vinos malagueños, especialmente los Vinos de Málaga y Ronda, son el resultado de una tradición centenaria que combina la experiencia con la innovación. Bodegas como Nilva, Schatz, Kieninger, Huerto de la Condesa, etc.  han convertido la producción y degustación de vinos en un arte.

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El arte del maridaje se despliega en Málaga, donde los vinos locales se armonizan con los sabores auténticos de su gastronomía. Desde espetos de sardinas en las playas hasta boquerones en vinagre y gazpacho andaluz, cada bocado es una celebración de la cultura local.

La Alcazaba, una fortaleza que corona la ciudad, nos lleva de vuelta a la época musulmana de Málaga, mientras que la Casa del Consulado y el Palacio de los Condes de Buenavista evocan la riqueza histórica de la ciudad. Además, la Plaza de la Merced, cuna de Picasso, refuerza el legado artístico de Málaga.

La modernidad se encuentra al oeste y al norte, con playas como la de la Misericordia que llevan a la desembocadura del río Guadalhorce, un refugio para aves migratorias. Y en los alrededores, jardines como la Cónsula y la Finca de la Concepción nos recuerdan el esplendor pasado.

En suma, Málaga es un conjunto de incontables atractivos turísticos que van más allá de las palabras. Campos de golf, deportes náuticos y la belleza natural de los Montes de Málaga, un Parque Natural que se yergue sobre la ciudad, enriquecen la experiencia. La luz, el clima, la gastronomía y la hospitalidad también forman parte de esta aventura en una ciudad que cautiva los sentidos y el corazón.